El dia en que Monique Pardo conocio a Mick Jagger

... la vedette stone

El día de hoy, Mick Jagger cumple 64 años y en Crónicas de la Farándula Kitsch celebramos este magno acontecimiento recordando la historia del increíble encuentro entre nuestra querida vedette Monique Pardo y el líder de los Rolling Stones en medio de la calurosa selva peruana.

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Artículo publicado en la revista Etiqueta Negra - Agosto 2002, Lima-Perú

Mick y Monique: lo único que parecía unirlos era un ruido al pronunciar sus nombres y una porfiada resistencia a jubilarse. Hace 21 años, madame Monique Pardo conoció a Mick Jagger en la selva de Iquitos. Y eso hay que celebrarlo.

El Rolling Stone y la Vedette

Un strip-tease de Sergio Galarza (el mismo que agarró a patadas a Leonardo Aguirre, otrora miembro de la chologósfera) con la colaboración de Cucho Peñaloza, con quien publicó un libro sobre los dos viajes de Mick Jagger al Perú.


EL ROLLING STONE Y LA VEDETTE
y otras historietas en el país de los Incas

Mick Jagger se desvistió, recuerda ella. Tiró la bata de felpa azul sobre una silla y se recostó en una de las colchonetas que había al borde de la piscina del hotel Holiday Inn. Buscaba relajarse luego de una semana de intenso rodaje de Fitzcarraldo, la película de Werner Herzog sobre un magnate del caucho del siglo XIX cuyo delirio era construir un teatro de ópera en medio de la selva del Perú para llevar a cantar allí al tenor Caruso. Pues Mick Jagger estaba ahí mismo, un siglo después, sin que nadie le rogara que cante. Lucía más delgado de lo que Monique Pardo creía que era. Parecía casi un niño de la selva, un niño con la melena desatada, avejentado y salvaje. Llevaba una ropa de baño turquesa, no sudaba y su piel estaba seca. Cualquiera hubiera pensado que se trataba del cadáver más musculoso que jamás se
haya visto, el más famoso. "Yo lo vi y me dije, nooo, Mick Jagger", suspira la vedete veintiún años después, en un bar cerca de Radio Nacional del Perú. No quería, no debía, mostrarse tan vulnerable frente a un Rolling Stone. "Era bien dotado, y lo sé porque se notaba", recuerda y calla. Sabe que voy a preguntarle por lo que se le notaba y que lo único que le apetece a todo el mundo es saber si ella de verdad se acostó con un Rolling Stone.
Pero a mí me interesa descubrir otras cosas y no insisto, por ahora. Dice que se acercó a tomarle una fotografía con una Nikon gris casera que le había arrebatado a su novio, quien permanecía callado durante toda la escena como si fuera un extra, y que pidió a su ídolo que posara como si estuviera leyendo. Mick abrió un libro de bolsillo que llevaba consigo y ensayó algo de poesía amanerada en sus movimientos. La Pardo recuerda haber sentido como si un ratón se alborotara de miedo en su estómago. Al fin disparó la cámara como pudo, en un intento inútil por hacerlo suyo aunque fuese un instante. Jagger se puso de pie y los tres guardaron silencio. Monique, compadeciéndose de su novio, se despidió de Mick.

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El vedetismo en el Perú es una profesión auspiciada por el camal de la televisión, donde la mercancía que la naturaleza brinda a los televidentes es obra maestra (y siniestra) de cirujanos plásticos. La más veterana de este fantástico gremio es Monique Pardo, cuya edad es un misterio. Ha editado tres discos de música: "Escándalo", "Bébeme" y "Piel de caramelo". Espera lanzar a la venta su cuarto CD, donde quizás, dice ella, interprete alguna canción de su recordado Mick Jagger. "Satisfaction, puede ser", titubea, con su voz de afónica telefonista hot line. Además de no saber cuántos años tiene, vive en la casa de una mujer cuyo nombre existe en la guía telefónica pero no en el registro nacional de identidad, y en cuya puerta, por las noches, su yerno vende frituras de entrañas de res. La Pardo me advierte no caer en confusiones. Dice que en la época que conoció a Jagger ya era toda una modelo, pero que por un malentendido la llamaban vedete, que en el Perú es alguien exhibiendo sobre todo su trasero, y que así la devaluaron de por vida. A la vez se jacta de haber coleccionado entre sus amistades al paso a cantantes como Julio Iglesias, Dany Daniel, Celia Cruz y Rubén Blades, pero también a aquel revolucionario nicaragüense que fue el Comandante Cero. Debo admitir que cuando veinteañera era una mujer perturbadora. Pero también tengo el deber de denunciar que una mañana, hojeando una revista donde salía la top model Carla Bruni, me comentó: "Me ha hecho recordar a mí". Y no pude terminar mi desayuno.

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Jerry Hall y Susy Dyson eran amigas, maniquís infaltables en las pasarelas de París y Londres a mediados de la década de Travolta y el African Look. Entonces Jerry Hall era la novia de Jagger, y Susy Dyson era la única modelo peruana que había sido portada en la edición americana de Vogue. A sus diecisiete años, no alucinaba que su vida desfilaría por el mundo de la moda. En la Europa de los años setenta, las portadas de las revistas de moda estaban reservadas para personalidades del espectáculo, o para alguna flor tierna de la monarquía. Susy fue la excepción: nunca la deslumbró el glamour del jet set mundial, pero recuerda que una vez Jagger sí la sorprendió. Lo había invitado a una reunión en su casa de París, y Mick llegó antes que los demás invitados, solo y muy formal, vestido con un traje de corrección colegial. "Así es él. Cuando todos esperan al loco más loco, él hace lo contrario", me dice Susy, una ex modelo que no vive de recuerdos ni colecciona las revistas para las que alguna vez posó.
Recuerda que cuando Hall empezó su romance con Jagger, aquella rubia era un maniquí almacenado en un clóset. Los diseñadores no la querían porque no accedía a sus requerimientos de cambio de look. El noviazgo con el Rolling Stone le serviría a la modelo para relanzar su carrera. Después que el romance se hizo público, no hubo pasarela que no pisara la Hall. De algún modo, Monique Pardo confirma esta teoría: su encuentro con Jagger la ayudó a mostrar su perfil trasero, durante una semana, en el diario Ajá del Perú. Fue en el verano de 1995, cuando Perú estaba en guerra con Ecuador, y en Argentina la atención se concentraba en un concierto de los Rolling Stones. La Pardo me jura que tenía previsto ir a ese concierto, pero dice que pudo más su patriotismo que la nostalgia por Mick: una empresa
privada le ofreció llevar alimento a los soldados. "Quiere levantar soldados y deja plantado a Mick Jagger", tituló Ajá.
Cuando Jerry Hall vino al Perú, Susy Dyson la hospedó en su casa. Y aprovechó que Jagger estaba filmando en Iquitos, para clavar una bandera más en su mapa de lugares visitados. Susy ha olvidado los detalles de su estadía en Lima. Pero puede asegurar que "Mick siempre se ha muerto de ganas de hacer películas", que es uno de esos cantantes que no se conforman con la gloria de sus millones de discos vendidos. Igual que David Bowie y Sting, que no lo hace nada mal. Pero Jagger ha actuado en películas sin mucha suerte. En "Performance", fue el gángster Turner. En "Ned Nelly", un pistolero australiano. En el thriller de ciencia ficción "Freejack", un cazarecompensas del siglo XXI. "Herzog me dijo que era muy buen actor", recuerda Peter Koechlin, hermano del productor de Fitzcarraldo y quien también estuvo en Iquitos durante la filmación. Pero nada que ver. Igual que Iggy Pop durante esos cinco segundos en "El color del dinero" de Scorsese.

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La vedete dice que no fue ningún problema convencer a su novio de que la llevara a Iquitos de fin de semana. "Lo hizo porque me adoraba. Me adoraba tanto que, complaciendo otro de mis caprichos, quedamos en salir de compras apenas desempacáramos". El verdadero motivo de su capricho viajero era, según ella, conocer al ídolo de su adolescencia. No fue la única. También Carlos José Fabbri viajó hasta Iquitos con su amigo Sandro Castagnetto sólo para conocer al Stone. Después de regalarle una botella de pisco, consiguió de él un autógrafo en la puerta de la habitación 218 del hotel. "Ese flaco fibroso era un tipazo", recuerda el hoy administrador de una empresa naviera. Iquitos hervía a más de treinta grados a las dos de la tarde. Monique Pardo y su novio caminaban cogidos de la mano hacia la recepción del Holiday Inn para dejar la llave de su habitación. Vestía un top morado, un short de blue jean ceñido y unas sandalias con plataforma de madera. "Dejamos la llave en recepción y en eso un tipo con unos labios hermosos me sonríe. Y yo le sonrío, porque le sonrío a todo el mundo. Soy coquetona", redunda, escondiendo su sonrisa mientras bebe su segundo Manhattan de la noche. Esa tarde descubrió que el tipo llevaba puesta una camisa inmunda, que el pantalón también y le quedaba flojo y que andaba descalzo. "Dios mío, estoy coqueteando con un loco", pensó.
Pero al cruzar el umbral de la puerta del hotel giró la cabeza disimuladamente sólo para descubrir que se había equivocado. "Volteo y él me estaba mirando, el trasero seguramente". Lo único que le quedaba era tramar un pretexto para conocerlo. Luego de hacer compras y pasear por la ciudad, la Pardo aprovechó que su novio había salido unos minutos, y fue a averiguar en qué habitación se encontraba su ídolo. Para no quedar como una fan cualquiera, le dijo a Jagger por teléfono, en una original traducción del castellano al inglés:
-I'm a periodist. I want see you in the pool.

* * *

Las groupies, esas fanáticas que persiguen a las bandas de rock adonde vayan, han sido legiones para Jagger. A pesar de su apetito sexual, sólo comparable a su boca descomunal, "ha mantenido una buena relación con Jerry Hall, en la cual él ha hecho lo que le da gana", me cuenta Susy Dyson, en la tranquilidad de su departamento. "No han sido pareja fiel". Y añade: "Siempre hubo una y otra mujer de parte de Mick, por eso Jerry tuvo tantos hijos". Era un modo de apaciguar la promiscuidad de Jagger. Pero así como la figura de Jagger seduce a las groupies, a veces su reputación de vampiro sexual las asusta. Peter Koechlin recuerda que una vez llevó al líder de los Stones a una despedida de soltero en Huachipa, un centro recreativo en las afueras de Lima. De la banda de putas que iba a brindar sus servicios, Jagger eligió a una. "Cuando la chica se enteró de quién era, a ella se le pusieron los pelos de punta. Pensó que era Satanás en persona", se ríe Peter, recordando la resistencia de la muchacha a encamarse con el Stone.

* * *

Al día siguiente de buscarlo por teléfono, la vedete comprobó que la puntualidad británica no era costumbre de Jagger. Había quedado con él en que se verían en la piscina a las once de la mañana, y su reloj marcaba ya varios minutos de tardanza. Para zafarse de su novio, recuerda que tuvo que convencerlo de una repentina necesidad existencial de estar sola y en tanga bajo el sol. Él sólo aceptó con la condición que después le daría el alcance. Para mala fortuna, su novio llegó antes que Jagger. El Rolling Stone apareció luego, en pantuflas, cruzando las piernas con exageración, balanceándose como si el viento lo sacudiera. Una bata de felpa azul lo protegía de los mosquitos del ambiente. Llevaba unos anteojos oscuros y un libro de bolsillo y andaba muy pálido. Pero quien palideció peor fue el novio cuando ella le informó que entrevistaría a Mick Jagger para Guido Monteverde, periodista que en aquellos años editaba el periódico PM (pasado meridiano). Así que se acercó a saludarlo. Su novio fue tras ella.
-I'm Monique, periodist. This is Peruvian.
-Okey -dijo Jagger.
Oír para creer. Parece como si recordara cada palabra en inglés de aquella conversación, como si se hubiera olvidado hasta del castellano de Julio Iglesias. Al principio creí como todos que esta historieta entre el Rolling Stone y la vedete era el cuento barato de algún guionista farandulero para vender más diarios. "Yo aprendí a hablar inglés en cinco minutos", me dice, muy sincera, pidiéndome que le haga el favor de rescatar las fotos de ese encuentro, y sindicando al hoy difunto Guido Monteverde como presunto ladrón de ellas. Cualquiera preferiría creerle a Monique Pardo la edad que dice tener en lugar de aceptar que tuvo un vulgar romance con un Rolling Stone. Sería como el romance entre un distinguido dinosaurio y la abuela más revoltosa de un gallinero. Pero admito que es certera en los detalles y que inventar una fábula sin haber estado allí hubiera demandado una investigación más profunda que su verdad. "Sentí que Mick se sentía feliz de que algún periodista se interesara en él", añade la vedete. Y no se equivocaba para nada: al revisar los diarios de esos días, fue sólo Claudia Cardinale a quien la prensa rindió pleitesía.
-Oh, Monique, in Perú Mick is nothing.
-No -respondió ella-. In Perú, Mick is wonderful.
Y le faltaban las palabras. Quería declararle el inmenso placer que tenía de conocerlo y no sabía cómo. O quizás sí, pero ése no era el momento. Deseaba que una anaconda se tragara a su novio. Así ella podría hacer lo mismo con un Rolling Stone.

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Las drogas son una leyenda que nadie puede dejar atrás y menos aún Jagger. Elsa María Elejalde, intérprete de todos los géneros de la canción, estuvo una noche en la discoteca Mediterráneo de Lima, cuya dueña era la modelo Susy Dyson. La cantante había ido con su hermana Lucrecia cuando vio que él estaba sentado a una mesa. "Lo que más me llamó la atención fue ver una montaña blanca encima, y
que con una cucharita Mick le regalara a todo el mundo", me confía Elsa María, y enciende su tercer cigarro luego de haber grabado para un programa de Televisión Nacional del Perú. En un momento de la noche, alguien empezó a pedir una guitarra. Al líder de los Stones se le había antojado tocar. Elsa María y Lucrecia, que vivían cerca, corrieron a su casa a traer una. Jagger improvisó un unplugged de canciones que nadie conocía, si es que eran canciones. Esa noche, en el Mediterraneo, dice la Elejalde, estaba también gente como Augusta Barreda, Lotta Burenius y Peter Koechlin. Ante la insistencia de Lucrecia porque le firmara la guitarra, el Rolling Stone agarró una navaja y talló en ella su nombre y un corazón. "La malogró todita", recuerda Koechlin, compinche de Jagger en aquellas andanzas nocturnas. Le pregunto a Elsa María qué fue de la guitarra y ella se queda pensativa, tratando de rastrear su destino tras el humo que exhala a bocanadas.

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Hay que ser muy cristiano para ser novio de una vedete y vivir obligado a perdonarle todos sus pecados. El novio de la Pardo fue suplantado por Jagger en las fotos que él pensaba enmarcar. "Le pedí que me tomara unas cuantas junto a Mick, que me ayudara en mi carrera", me cuenta Monique. Y el novio resignado lo hizo. Si hubiera sido por él, habría cambiado la Nikon por un rifle. De pronto la vedete lo desplazó en su tarea de fotógrafo y le arrebató la cámara. Quería que Mick posara para la eternidad (entiéndase por eternidad las fotos que las mujeres pegan en las paredes de sus cuartos). Quería un pedazo de su ídolo. Mentira. Lo quería todo.

* * *

Las noches en Iquitos son un concierto de ruidos que recuerdan a los visitantes su condición turística. Los insectos no cesan de trabajar en la oscuridad, como si una población fantasma fornicara y los vigilara a la vez, advirtiéndoles que está prohibido internarse en su hogar. La ropa se pega al cuerpo por la humedad. El vapor que despide la ciudad hace que los viajeros recién llegados sientan que han aterrizado en un infierno bárbaro y privado. Sólo unos cuantos creen que han alcanzado el cielo. Y Monique Pardo se contaba entre estos creyentes, no porque su novio la hubiera llevado a cenar a un restaurante italiano, sino porque a unos metros de ellos Mick Jagger compartía otra mesa con Werner Herzog y esta vez lucía súper elegante. La camisa de seda rosada que había escogido para esa noche le confirmaba que no estaba tan equivocada: en el cielo también hacía calor.
Los días siguientes la vedete no sabía qué más hacer para que su novio se fuera, y éste no sabía qué disco ponerle para que ella dejara de pensar en el rockero. Apenas dos habitaciones separaban a la vedete de su ídolo y el novio estaba harto de cruzarse con Jagger por el hotel. Según ella, si lo hubiera tenido de vuelta al frente, el novio le habría partido los labios de un puñete. Una vez la Pardo salió para tomar aire en el pasillo y pasó por el cuarto del Stone. Como si la hubiera olido, Mick abrió la puerta y la saludó. Recuerda haber visto desde afuera una guitarra y sus discos regados en el piso. Ella le respondió con una sonrisa y siguió de largo.
Aquella habitación es la misma donde Tomás d'Ornellas, entonces redactor de inactuales de la revista Caretas y colaborador del diario Expreso, lo entrevistó un día domingo a principios de enero de 1981. El fotógrafo René Pinedo lo secundaba en la comisión. Hablaron sobre todo de música y D'Ornellas dejó que aflorase su faceta de fan. "Jagger tenía en un baúl negro con esquinas platinadas, de esos que las bandas de rock usan para guardar sus equipos, una variedad de discos impresionante", me cuenta, como si hoy volviera a ver los discos desde su cómoda oficina de gerente de Cable Mágico. "No tiene poses de divo. Tiene una manera particular de hablar, no más". La impresión que guarda de Jagger coincide con el recuerdo de quienes en Lima lo alcanzaron a conocer: Martín Berninzon, Carlos Troncoso, Paul Hurtado de Mendoza y Eddy Wenzara, entonces una banda de jóvenes fanáticos y militantes de la movida del rock, quienes abordaron a Mick Jagger en el estacionamiento del Country Club de Lima a su regreso de Iquitos. Todos ellos confirman la versión de un Jagger amable y dispuesto a la conversa.
El Stone le pidió al fotógrafo que no usara flash. La noche anterior Jagger había estado en el Far West, "la peor discoteca de Iquitos", según él, y que de lejano oeste sólo tenía la desolación humana de su paisaje. René Pinedo le hizo caso. Después de todo, qué le importaba que Jagger saliera espectacular. Él estaba obsesionado con otro actor de la película. El cómico mexicano Resortes. Antes de acabar con la única entrevista que concedió cuando estuvo en Iquitos, el Rolling Stone les dijo:
-I haven't had a cup of tea yet.

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Haciendo caso al deseo de la vedete, su novio tomó el primer vuelo del día siguiente y regresó a Lima. Una vez recuperada su libertad, Monique Pardo ya no tuvo que soñar con nada. Mick Jagger, lo sabía, dormía todas las noches a dos habitaciones de la suya. Pero no contó con un imprevisto, la llegada de Jerry Hall, que usaba faldas largas y se mantenía alejada de la piscina, siempre discutiendo con Mick, con la cara más larga de lo normal. "Era una gringa mustia. No tenía senos", me dice la Pardo, antes de bajar de mi auto estacionado frente al teatro Canout. "A mí me crecen cada año", añade riéndose. Años después es curioso darse cuenta que el Rolling Stone no aparece ni un segundo en Fitzcarraldo, pero sí en dos documentales que incluyen el detrás de cámaras de la película: Herzog eliminó su papel del guión final.
Entonces le vuelvo a preguntar lo que todos quieren saber, su actuación detrás de la Nikon portátil que llevaba y por qué nadie de los que estuvieron durante la filmación en Iquitos habla de ella. La vedete agita su cabellera y me aclara: "Si hay alguna experiencia, me pertenece sólo a mí"...
A sabiendas del currículum sexual de Jagger, lo más probable es que en Iquitos no sólo los mosquitos la hayan picado.

F I N


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El Momento Musical - parte 1
Hacia la segunda mitad de los 70s, Mick se había convertido en una de las celebridades más asiduas y representativas de la discoteca newyorquina Studio54, por lo que resulta comprensible que su música se viera influenciada por la onda disco. El resultado fue Some Girls, un álbum concebido por Jagger practicamente en su totalidad. Sobre el origen de este trabajo, alguna vez declaró que se inspiró básicamente en las calles de New York y en la moda disco que caracterizaba a la ciudad. Por eso no causa sorpresa que Some Girls se trate del álbum más popular de la banda en Estados Unidos, superando por aquel entonces la cantidad de 6 millones de copias vendidas solamente en ese país.
El Momento Musical de Crónicas de la Farándula Kitsch se complace de presentar en esta oportunidad un clásico de los Stones: Miss You.


El Momento Musical de Crónicas de la Farándula Kitsch
Rolling Stones - Miss You (Some Girls, 1978)

El Momento Musical - parte 2
Mucho se ha hablado acerca de la reciente incursión de Susy Díaz en el género vernacular, cuando ya hace casi 10 años que Monique Pardo hacía lo propio con Antahuara, tercer single de su extraordinario CD "Piel de Caramelo", trabajo discográfico que sorprendiera a propios y extraños a fines de los 90s y que significara la consolidación de Rosita Producciones al mando de las consolas de sonido. Nota: el siguiente video, dirigido por un siempre sobrio y talentoso Juan Carlos Ferrando, vale la pena sólo por las riquísimas piernas de Monique.


El Momento Musical de Crónicas de la Farándula Kitsch
Monique Pardo - Antahuara (Piel de Caramelo, 1998)

Bonus Track
Pocas películas resultaron tan problemáticas de realizar como Fitzcarraldo, de Werner Herzog. Luego de filmar casi el 50% de la cinta en una locación tan complicada como la Amazonía, Jason Robards, el actor que hasta ese momento interpretaba a Fitzcarraldo, fue obligado a abandonar la producción por desacuerdos artísticos con el director. Luego de varios retrasos por parte de Herzog para reiniciar el rodaje con un nuevo actor principal, el cantante Mick Jagger, quien era el co-protagonista, tuvo que dejar su papel para asumir otros compromisos e iniciar una nueva gira de presentaciones con los Rolling Stones. Era así que, después de un año entero de intensa filmación, el director se veía obligado a empezar de cero. Decidió fusionar los papeles de los dos personajes principales (Brian Sweeney Fitzgerald y Wilbur / Robards y Jagger) y convertirlos en uno solo, convocando a Klaus Kinski para el personaje de Fitzcarraldo. Según Herzog, no había considerado antes a Kinski, con quien ya había trabajado en "Aguirre, La Cólera de Dios", porque pensaba que el caracter conflictivo del actor polaco podría agravarse debido al incómodo clima de selva.
El caso es que Werner Herzog destruyó todo el material que filmó con Jason Robards y Mick Jagger (en una ocasión Herzog declaró que no suele conservar las tomas descartadas y escenas eliminadas de sus filmes, y que se encarga personalmente de destruirlas), por eso se vio en problemas cuando quiso utilizar algunas escenas originales de Robards y Jagger del primer y fallido Fitzcarraldo para su film "My Best Fiend - Klaus Kinski" (1999), no quedándole otra que echar mano de las incluidas en el documental "Burden of Dreams" de 1982, en donde se narraban las peripecias de la filmación de la película sobre el empresario cauchero.
El video que viene a continuación es un extracto de My Best Fiend - Klaus Kinski, en el cual se comparan las tomas que hicieran Mick Jagger y Jason Robards con las que luego haría Klaus Kinski.


Mick Jagger & Jason Robards / Klaus Kinski

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Links:
Mick Jagger - Web Oficial
Monique Pardo - Web Oficial
Fitzcarraldo - Wikipedia

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